Festival en honor a Liber Pater y Libera,
antiquísimas deidades itálicas asociadas a la viticultura y la fertilidad, y
por supuesto, la libertad en su expresión máxima, ya fuese física o social.
Liber y
Libera
Ambas deidades, junto a Ceres, formaban la llamada
triada del Aventino, honrada por los plebeyos desde tiempos de la República, y
que puede decirse existía en contrapartida o imitación contraria a la triada
capitolina liderada por Júpiter, Marte y Quirino –y posteriormente, Júpiter,
Minerva y Juno-.
Decir Liber era decir vino, uva y viña, y por ello
se le asoció a Baco desde época temprana, aunque los romanos, como Ovidio o
Cicerón, sabían muy bien que se trataba de una deidad de origen itálico. Sin
embargo, con el paso del tiempo adquirió parte de los mitos y ritos asociados a
Baco.
Liber, además de divinidad agrícola, representa a
su vez el poder de la fecundidad, ya sea en los campos o los propios seres
humanos, siendo garante a su vez de la protección del grano “blando”,
especialmente de la uva.
Como Liber
Pater –Padre libre-, es tenaz e intransigente protector de la libertad.
Cabe entender que hace referencia a la libertad como ciudadano, como hombre y
adulto, ante la sociedad e incluso el Estado. Por ello, se considera que es
garante incluso de la libertad de expresión, siendo una de las divinidades más
queridas por la plebe.
Nota del
autor sobre el festival
Desgraciadamente no se conocen en profundidad los
ritos y fiestas llevados a cabo este día, aunque sí conocemos varias
particularidades, tal y como se explican a continuación.
Lo que sí se conoce, y no son pocos los autores que
coinciden en ello, es el carácter licencioso y obsceno de los ritos
relacionados con Liber, que no deja de ser un dios cuya mayor primicia es el
vino, el cual se dispensaba con suma libertad durante sus festivales.
Vinos que se
le ofrendaban
Dos tipos de caldos eran los adecuados para las
libaciones dedicadas a Liber.
La primera era la sacrima, que era el primer caldo extraído de la prensa y se
consideraba sagrado.
El segundo era el llamado vinum inferium, un vino fuerte de la mejor calidad, seleccionado a
conciencia, elaborado bajo el control simbólico de Júpiter. El flamen dialis, el sacerdote de esa divinidad, era el encargado de
consagrar dicho vino.
Obviamente, cualquier vino adulterado o de baja
calidad, no era precisamente el más adecuado para realizar libaciones a Liber,
aunque claro, no serían pocos los plebeyos que no podrían costearse un buen
vino y realizarían sus libaciones según sus capacidades económicas.
La procesión
de la hiedra (urbana)
Sacerdotisas de Liber, de edad avanzada y coronadas
con hiedra, realizaban una procesión por las calles de Roma portando un
hornillo con el que elaboraban tortas de harina, ricas en aceite y miel. Las
vendían con el propósito de recaudar dinero para entregar al templo de Liber.
Además, de cada torta, retiraban un pedazo que pasaba a ser una ofrenda para la
deidad. De hecho, el hornillo hace las veces de altar donde se queman los
pedazos de tortas.
Además de estas tortas pueden vender otros
alimentos relacionados con el mundo agrario, como dulces de miel.
Otro elemento importante era el hidromiel o el
vino, los cuales llevaban en su altar para realizar libaciones en honor a Liber
–y que claro está, también consumirían ellas y los espontáneos sacrificantes
que se encontraban a su paso por las calles-.
La procesión
del falo (rústica)
De igual forma, existía otro tipo de procesión en
los campos. Sobre un altar se colocaba un falo –que habitualmente estaba
depositado en un templo o capilla- que representaba el poder fecundo y
protector de Liber. Este altar se transportaba realizando un recorrido
alrededor de los campos sembrados con la intención de protegerlos de cualquier
tipo de mal, sin olvidar pasar ante las pequeñas capillas que se encontraban
cercanos a los campos. Estas capillas no solo estaban dedicadas a Liber, pues
no eran pocas las divinidades agrícolas. Finalizaba con una ofrenda floral realizada por una
matrona, la cual colocaba una guirnalda alrededor del falo.
Comida
“pública” familiar
Las familias almorzaban delante de sus casas, en la
calle, realizándose ofrendas y peticiones a Liber por protección de la cosecha,
por la obtención de abundante vino y la fertilidad. De igual forma, el vino en
este caso era elemento imprescindible y abundante en esta comida familiar, que
tampoco dejaba de ser vecinal o comunitaria. No serían pocos los que se unirían
para comer juntos.
Toma de la
toga viril
Era tradición que los jóvenes varones de edades
comprendidas entre los catorce y dieciséis años dejasen atrás la niñez para
tomar la llamada toga virilis
–también llamada pura, o libera-. La toma de esta toga
representaba el fin de la niñez, y la entrada en la pubertas, que indicaba simplemente que el joven ya tenía capacidad
para engendrar. El joven finalmente se inscribía en una de las
tribus romanas, lo que certificaba su inclusión como ciudadano y la
finalización de la niñez.
Nota del
autor: dies togae virilis
Aquí tenéis un enlace donde se explica con detalle
este rito de juventud, de un magnífico blog llamado Hortus Hesperidum y
dedicado al mundo clásico. Un tesoro de dedicación y devoción. ¡Liber y Libera
os conceda sus bienes!
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